En todo este tiempo en el que estamos dedicados a la divulgación de la ciencia hemos observado algunas cosas que quiero compartir ahora, puesto que creo son cuestiones que contribuirán a la discusión de los temas de interés de hoy en día: la baja producción científica de las universidades peruanas.
Con cierto beneplácito observamos el crecimiento del interés por la información científica en la población en general. En todo este tiempo fuimos testigos de la proliferación de iniciativas privadas, grupales e individuales, para difundir, compartir y gestionar ciencia y tecnología. La iniciativa gubernamental también ha mejorado; con sus defectos, pero son mejoras al fin.
Parte de esta evidencia la constatamos en la Red de Divulgadores Científicos que tuvimos la fortuna de convocar hace algunos años. Ahora, esta red, conducida por el físico Gustavo Durand, tiene cerca de 8 mil participantes en todo el país. Está compuesta por docentes secundarios, investigadores independientes, personas y estudiantes de casi todos los niveles educativos, todos ellos interesados en compartir, conocer y realizar algún proyecto sobre CyT.
Por otro lado, si de evidencias sobre el aumento del interés por la ciencia se trata, constatamos que en la Feria Nacional Escolar de Ciencia y Tecnología, FENCYT, hoy llamada Eureka, que realiza desde hace 25 años el CONCYTEC, participan cerca de 60 000 colegios, 300 000 docentes y cerca de 8 millones de estudiantes de todo país. Es curioso y motivador ver que todos estos chicos con sus docentes tutores, se entregan con entusiasmo y dedicación a la realización de sus proyectos para participar en las diversas etapas del concurso. Los -no más de 30- que tienen la fortuna de llegar a la final que se realiza en Lima y son reconocidos como los mejores proyectos, van a concursos internacionales donde, la mayoría de las veces, ocupan posiciones muy destacadas. Estos chicos son los que año a año nos están trayendo trofeos y son el motivo de orgullo para todos peruanos.
Sin embargo, a pesar de esta enorme masa humana que (hace 25 años) se moviliza cada año, dispuesta hacia la investigación y la ciencia, el país no es capaz de mejorar su situación en términos de producción científica. Seguimos en la cola de la producción científica mundial y regional; pero, a pesar de esto, todavía hay gente que elabora rankings nacionales de excelencia universitaria -no se sabe de qué tipo excelencia.
Entonces, cabe preguntarse ¿Dónde termina el interés por la ciencia de estos escolares? ¿a dónde van estos cerca de 300 000 (aproximadamente que egresan de la secundaria) potenciales científicos? La respuesta es sencilla, llegan a las más de 130 universidades que existen en el país. En ellas comienzan una nueva etapa en sus vidas y, todo indica, que son en ellas donde se esfuma el interés por la ciencia.
Paradójicamente, paralelo a este incremento del interés por la ciencia en la población, también se ha incrementado el número de universidades, sin embargo, la producción de información científica se ha mantenido e, inclusive, ha disminuido. Esto ha dado lugar a una relación penosa que denuncia que, ‘a más universidades, menos ciencia en el Perú’.
Entonces, hay demasiadas evidencias que acusan a la universidad peruana como la responsable directa de la debacle en la producción de información y conocimiento científico. Valor humano hay desde hace milenios, lo constata el FENCYT cada año. Es en la universidad peruana donde se han olvidado de la ciencia. De manera que, si vamos a realizar una campaña a favor de ella, hay que ir a las universidades para enseñar a sus autoridades el ABC de la investigación científica.
Qué hacer: redes de investigación
Sin lugar a dudas, urge mejorar el sistema educativo para enfocarla totalmente en la generación de conocimiento científico. Quizás valga el desarrollo de redes de estudio e investigación donde, obligatoriamente, se incluya al estudiante desde los inicios de su carrera universitaria. Es ahí donde debería de entrenarse en metodología y participar activamente, operativamente, en el proceso de investigación. Ya no sirve esa formación excesivamente teórica, libresca o escolástica -como quiera llamarse- que heredamos y que muy bien persiste en nuestra vieja Universidad Nacional Mayor de San Marcos, a la que casi todos copian.
Una red debería integrar no sólo docentes investigadores del más alto nivel, sino también estudiantes de primer y quinto año, interesados en la investigación científica. A partir de allí se podrían organizar jornadas, discusiones y publicaciones que, estamos seguros, terminarían constituyéndose en los verdaderos impulsores de la producción científica y tecnológica en el país.
Por: Dennis David Dávila Picón. Director de www.ciencias.pe