Si visitamos Talara y sus alrededores, encontraremos en gran desierto seco, donde todo parece estar muerto. Pero, si fuera posible viajar en el tiempo e hiciésemos dicho viaje unos cuantos miles años hacia atrás, o sea, al pleistoceno, seguramente encontraríamos un paisaje completamente distinto.
Investigadores señalan que 15.000 años atrás, la zona estaba formada por praderas y bosques donde vagaban lobos terribles, tigres con dientes de sable y el canto de las aves seguramente llenaban el paisaje de vida. Esto es lo que se informa en el trabajo de Jessica Oswald (ahora en Louisiana State University) y David Steadman del Museo de Historia Natural de Florida.
Estos investigadores identificaron 625 fósiles de aves canoras de finales del Pleistoceno, que se conservaron en un depósito de alquitrán. Los fósiles representan por lo menos 21 especies, de las cuales 3 se han extinguido y sólo 2 de ellos todavía se reproducen en el lugar. Sus hallazgos están de acuerdo con información recopilada de los sedimentos, restos arqueológicos y fósiles de mamíferos que señalan que, en el pasado, existía un clima húmedo y de gran diversidad biótica.
La mitad de los fósiles encontrados eran de especies mirlo, y 3 de las especies extintas eran mirlos. Varios de los rasgos de estos mirlos pueden ayudar a explicar por qué estaban presentes en el pasado y luego desaparecieron. Estas aves forman grandes dormideros comunales cerca del agua, y los autores especulan que las condiciones húmedas puede que les hayan atraído al lugar; además, muchas de estas especies modernos siguen a los grandes mamíferos para aprovecharse de los insectos que éstos atraen y, la edad de hielo, puede haber acabado con esta megafauna, razón por la cual algunos mirlos se extinguieron con ellos. Se informa también que varias de estas especies de mirlos extintos de nuestro continente comparten que las distingue de otras aves. Esto puede sugerir que pueden haber estado adaptados para una fuente de específica de alimentos que desapareció con el cambio del clima.
El estudio de cómo las comunidades de aves del pasado cambiaron en respuesta a los cambios climáticos puede darnos una mejor comprensión de cómo el cambio climático moderno causado por los humanos puede afectar a las especies de aves de hoy, indicaron los investigadores. Así, arguyen que las especies responden idiosincrásicamente al cambio histórico, lo que significa que en lugar de comunidades enteras que cambian su distribución en respuesta al cambio climático, algunas especies se extinguieron o fueron borradas de ciertas áreas, algunos se trasladaron en busca de alimentos y otros se adaptaron al nuevo entorno.
Toda esta información obtenida de los fósiles del Pleistoceno de Talara ilustran el grado en que la distribución de aves y sus comunidades son efímeras en escalas de tiempo evolutivo, informaron. A pesar de esto, los científicos son cautelosos cuando infieren procesos pasados con patrones contemporáneos.
El estudio ha sido publicado en The Auk: Ornithological Advances.