La ortiga, una planta endémica del Perú, tiene memoria

 

La ortiga es de la familia, denominada por los expertos, Loasaceae, de las que existen en el Perú ocho géneros y alrededor de 112 especies y, la mayoría de ellas, crecen como hierbas. Son endémicos y están localizadas principalmente en regiones Mesoandina, Puna Húmeda y Seca y Bosques Muy Húmedos Montanos, a altitudes que van desde los 1400 hasta los 4700 msnm.

Un reciente estudio publicado en la revista Plant Signaling & Behavior ha demostrado que estas plantas, y sus contrapartes polinizadoras, muestran mecanismos complejos y sofisticados para lograr una polinización exitosa. Esto es considerado por los investigadores una prueba de la inteligencia de esta planta en el contexto de la ecología floral, puesto que es capaz de memorizar eventos anteriores y realizar ajustes del comportamiento de la flor.

La investigación ha presentado evidencias experimentales sobre la evolución de los patrones de movimiento de estambres observados en las Loasaceae y el papel del comportamiento de las plantas en la diversificación de este grupo de plantas.

Los hallazgos, a nivel de especie, sugieren que las plantas individuales se preparan para colocarse en posición y crear un escenario de polinización favorable. Observaron que, cuando una abeja hurga alrededor del centro de la flor en busca de néctar, esta pone en movimiento el siguiente estambre para que se coloque en posición, listo para otra abeja o el regreso de la misma. De esta manera, las flores maximizan sus oportunidades de transferir polen a muchas flores diferentes.

Los científicos también notaron que, en ciertas especies, este movimiento puede ser provocado por luz y temperatura, o por los polinizadores mismos. Para observar esto, dividieron a las plantas (Nasa poissoniana) en varios grupos, para que los polinizadores (humanos con instrumentos en este caso) intervengan. Visitaron al primer grupo cada quince minutos y sacudieron las partes de las flores que contienen polen. Al segundo grupo le visitaron cada 45 minutos para hacer la misma acción. Otros grupos no fueron tocados para que sirvieran como grupos de control.

Al día siguiente, los investigadores notaron que aquellas que habían sido visitadas cada quince minutos, se prepararon para que, en ese lapso de tiempo, posicionen nuevos estambres. El proceso fue más rápido y con mayor frecuencia. El segundo grupo demoró un poco más, y sus estambres nuevos se colocaron en posición a los 45 minutos.

Así demostraron que las plantas anticipaban el regreso de los polinizadores, con lo cual han proporcionado la primera evidencia de que estas plantas “recuerdan” y calculan con precisión el tiempo en que un polinizador las visitará.

Los científicos esperan que otros miembros de la familia Loasoideae también tengan esta capacidad, puesto que es un mecanismo reduce la pérdida de polen y aumenta el éxito reproductivo.