Pensar sobre la existencia de una partícula que es al mismo tiempo su propia antipartícula, es ahora algo común de imaginar. Sin embargo, no lo era cuando el físico italiano Ettore Majorana lo propuso hace 80 años.
Majorana era un siciliano brillante, considerado un genio comparable a Newton o Galileo por Enrico Fermi, y que, inspirado en los trabajos de Albert Einstein, se entregó con suma pasión a la investigación de las partículas elementales. Su vida terminó en el total misterio, sencillamente, desapareció en 1938.
En 1937 teorizó que, entre el tipo de partículas denominados fermiones, entre los que también están los protones, electrones y neutrones, habrían partículas que podrían ser sus propias antipartículas. Es decir, una partícula que tiene la misma masa, pero posee una propiedad eléctrica o magnética opuesta. Así, por ejemplo, el positrón es la antipartícula del electrón y, cuando se encuentran, una partícula elimina a la otra. Hasta ahora no se había detectado una que fuera, al mismo tiempo, su propia antíparticula.
En un estudio que ha sido publicado en la revista Science, se informa que un equipo de científicos de la Universidad de Stanford y la Universidad de California ha descubierto evidencia de esta partícula.
Los investigadores realizaron un experimento apilando películas delgadas de materiales cuánticos y, a través de ellas, se hizo pasar una corriente eléctrica en una cámara de vacío fría. Luego, con el barrido de un imán, modificaron la velocidad de los electrones y, en algunos momentos de esta etapa, comenzaron a emerger lo que consideraron las cuasipartículas de Majorana junto a las electrones.
Los científicos aclararon que vieron excitaciones en un material que se comportaban como dichas partículas, es decir, no las detectaron directamente. Estos resultados han sido considerados por ellos como una evidencia irrefutable de la existencia de estas partículas, sin embargo, indicaron que desconocen si estas pueden producirse naturalmente en el universo.