Investigadores de la Universidad de Lancaster encontraron abundantes nanopartículas de magnetita en el tejido cerebral de 37 individuos de 3 a 92 años de edad que viven en la Ciudad de México y Manchester. Este mineral fuertemente magnético es tóxico y ha sido implicado en la producción de series reactivas de oxígeno (radicales libres) en el cerebro humano, y están asociados con enfermedades neurodegenerativas como la enfermedad de Alzheimer.
En su investigación los científicos utilizaron análisis espectroscópico para identificar las partículas de magnetita que, a diferencia de la magnetita angulares que se forman naturalmente dentro del cerebro, son esféricas con diámetros de hasta 150 nm, algunas de ellas con superficies fusionadas. Estas son características de estructuras formadas a alta temperatura, como por ejemplo en combustión de motores (en particular diesel) o fuegos abiertos.
Las partículas esféricas suelen ir acompañados de nanopartículas que contienen otros metales, tales como platino, níquel y cobalto. Estas partículas son muy similares a las nanoesferas de magnetita que son abundantes en el aire contaminado que se encuentra en medios urbanos, especialmente en carreteras con mucho tráfico, y que se forman por la combustión de motores de vehículos o calentamiento por fricción de los frenos.
En la investigación se señala, además, que otras fuentes de nanopartículas de magnetita incluyen chimeneas y estufas mal selladas dentro de los hogares. Las partículas menores de 200 nm son lo suficientemente pequeñas para entrar al cerebro directamente a través del nervio olfatorio después de respirar aire contaminado.
Estos resultados indican claramente que las nanopartículas de magnetita que está en la atmósfera pueden entrar al cerebro humano, dónde puede suponer un riesgo para la salud.
Los resultados han sido publicados en Proceedings of the National Academy of Sciences, PNAs.