Investigadores desenterraron en las cercanías de la ciudad de Pisco, Perú, los restos de un miembro más antiguo, de 36,4 millones años, de una ballena del grupo de los misticetos, entre las cuales se encuentran la ballena azul, la ballena jorobada y la ballena franca.
La familia de este espécimen de 3.75-4 metros de largo que vivió en el Eoceno, eran más pequeños que cualquiera de sus parientes vivos, pero su diferencia más importante se encuentra en el cráneo. Los misticetos modernos tienen fibras o barbas de queratina en lugar de dientes, lo cual les permite interceptar y alimentarse de pequeños animales marinos tales como los camarones. Pero esta ballena recién encontrada tiene dientes, por lo que los paleontólogos la denominaron Mystacodon, que significa "misticeto dentado".
El hallazgo, que fue realizado por el equipo del paleontólogo Mario Urbina, llena un vacío importante en la historia de este grupo y proporciona pistas sobre la ecología de los primeros misticetos. Este espécimen conserva los dientes y, según las características observadas en su cráneo, se piensa que la especie desarrolló una especialización temprana para alimentarse mediante succión.
En este Mystacodon los dientes exhiben un patrón de desgaste que se diferencia de las ballenas más arcaicas, los basilosaurids. Se cree que muchas ballenas de esta especie probablemente eran cazadores activos, similares a las orcas modernas, con bocas que se adaptaron para morder y atacar; pero el Mystacodon tiene una boca más adecuada para la aspiración de animales más pequeños, lo que llevó a los investigadores a concluir que, probablemente, representa un paso intermedio entre basilosaurids raptores antiguos y el filtro de alimentación de los modernos misticetos.
Una de las teorías que no se pudo demostrar hasta ahora, sostenía que las ballenas provienen de un ancestro terrestre. Sin embargo, las nuevas investigaciones han logrado evidencias que confirmarían esta afirmación. Este Mystacodon muestra características de ambos basilosaurids y misticetos. Este espécimen parece ser el paso intermedio entre basilosaurids ancestrales y los misticetos derivados.
La pelvis de este fósil presentó diminutas patas traseras vestigiales que se mostraban pegadas al cuerpo de la ballena. Los paleontólogos pensaban que las ballenas perdieron la articulación de la cadera durante su fase basilosaurid de su evolución, antes que las ballenas con barbas y dentadas modernas se separaran. Aunque el Mystacodon presenta extremidades traseras; estas ya estaban pequeñas, en camino a convertirse el vestigiales e inútiles, de manera que su articulación con la pelvis sugiere que los misticetos y odontocetos modernos pueden haber perdido esta función de forma independiente.
Este estudio fue publicado en la revista Current Biology. Los restos se muestran en el Museo de Historia Natural de la Universidad Nacional Mayor de San Marcos de Lima.