El inmenso lago magmático que hierve bajo una montaña en el altiplano boliviano

Tranquila, clara y accesible, en la zona sur de Bolivia, en el departamento de Potosí, se encuentra la montaña Uturuncu que, con sus más de 6,000 metros, invita a los viajeros al descanso nostálgico y al despertar imaginativo. En sus alrededores se ubican los maravillosos portentos naturales, las lagunas de colores Celeste, Colorada y Verde, así como el sobrecogedor desierto de sal más alto del mundo, el salar de Uyuni.

Esta montaña llama a la aventura puesto que es considerada la de más fácil acceso en el mundo. Los montañistas se deleitan escalándolo y disfrutan sacándose fotos frente a sus fumarolas que, a lo lejos, se observan tenues, pero de cerca acusan una actividad que estremece; pues la montaña es más bien un volcán que está dormido, según la gente común, pero no tanto para los científicos.

El Altiplano, una zona extensa entre los países de Perú y Bolivia principalmente, es un área de actividad volcánica; el lado boliviano lo tuvo en los últimos 10 millones de años, pero, a pesar de que se sabe que el Uturuncu se eleva cada año entre 1 o 2 cm, los científicos afirman que en la zona no hay volcanes activos.

Últimamente, los científicos han vuelto a poner los ojos sobre el pacífico y dócil Uturunco, quienes, analizando la conductividad eléctrica de las rocas que subyacen bajo la zona, detectaron una gran anomalía que ralentiza las ondas sísmicas y la conductividad eléctrica.

Esa anomalía corresponde a un espacio vacío que, según los científicos, tiene las características de un enorme lago magmático, cuyo lecho rocoso se encuentra a 15 kilómetros de profundidad y está a unos 970°C de temperatura.

La medición de la conductividad eléctrica de la roca parcialmente fundida sugiere que contiene entre un 8 y 10% de agua en el silicato fundido. Este compuesto fundido sólo puede disolver el agua a muy alta presión; a baja presión, el agua sale de la solución y forman burbujas, las cuales pueden desencadenar erupciones volcánicas. Este porcentaje de agua disuelta en la región de la anomalía equivale al agua que se encuentra en un lago de agua dulce de Norteamérica.

De manera que, es probable que la fumarola que muestra el Uturuncu, emerja de ese lago que hierve a casi 1000°C a 15 kilómetros de profundidad. Pero, por ahora, el paisaje y sus otros misterios seguirán aún invariables por muchos siglos para deleite de viajeros y aventureros.

Para los científicos, la zona proporciona oportunidades para comprender mejor la relación entre el agua y las erupciones volcánicas.