Atahualpa, el Inca de la discordia

Han transcurrido más de 500 años desde que aceptara ser bautizado con el nombre de Francisco antes de morir ahorcado y el lugar donde se encuentra su tumba es aún un enigma que mantiene en alerta a científicos peruanos y ecuatorianos. Los primeros dicen que sus restos están en Cajamarca y los segundos, en Quito. Al parecer, resolver la incógnita sobre el destino del cuerpo del último emperador inca seguirá siendo un misterio por muchos años más.

Los más confiables cronistas escriben que Francisco Pizarro lloró la muerte de Atahualpa, que sus súbditos se negaban a aceptar que su emperador permitiera ser bautizado antes de morir ahorcado y que tampoco aceptaban que fuera enterrado como cristiano porque antes de ser tomado prisionero había lanzado con odio la Biblia de los españoles.

Por ello, la versión de que los partidarios de Atahualpa decidieran secuestrar su cuerpo para sepultarlo junto a sus antepasados parece la versión más confiable porque según la creencia de los incas, el cuerpo del hijo del Sol debía de ser embalsamado para lograr su resurrección en el otro mundo y conservar sus poderes en este. En ese instante nace el mito sobre el enigma del santuario de este hombre que estando ya en prisión, ordenó no solo asesinar a su hermano Huáscar sino que solicitó se le trajera su cráneo revestido de oro para ser usado como vasija.

Atahualpa no sólo fue el último emperador inca sino que fue tan sanguinario y ambicioso que llegó a ser amigo de sus captores. Su cuerpo fue momificado para conservar sus poderes, pero nunca fue encontrado. Un misterio que lleva más de 500 años.

Los orígenes

Atahualpa era un Rey Inca admirado y odiado por igual entre los habitantes del imperio.

Este Inca que por años mantuvo una sangrienta guerra civil con su hermano Huáscar, no se enfrentó a los hispanos. Al contrario, según los cronistas, cuando supo de su llegada a Cajamarca organizó un ejército de 30 mil personas entre bailarines, nobles y guardias pero estos no se proveyeron de armaduras sino que danzaron y bailaron con la esperanza de que ese reducido grupo de extranjeros pálidos y altos se asustaran con su inminente poder en números y fuerza.

Pero cuando Atahualpa llegó fue recibido primero por el padre Valverde, quien ordenó se iniciara la batalla con mortales armas de fuego que los nativos jamás habían visto. Más de 20 mil nativos murieron ese día y si Atahualpa sobrevivió fue porque el mismo Francisco Pizarro ordenó que nadie lo lastimara. Fue tomado prisionero el 16 de noviembre de 1532.

En prisión, el casi Dios y todopoderoso Inca entró en depresión porque fue separado no sólo de su esposa sino de su reino. Sin embargo, según cronistas, Atahualpa llegó a sentir admiración por Francisco Pizarro con quien pasaba horas conversando y jugando un juego similar al ajedrez.

Los cronistas coinciden en que Francisco Pizarro era un iletrado y que firmaba con una cruz. Por ello sorprende que muchos de esos cronistas afirmen que Atahualpa haya aprendido en menos de un mes hablar el español y hasta leer y escribir. Era tal la amistad entre Francisco Pizarro y Atahualpa que cuando este murió, se dice que “ el marques llorò” . Inclusive sorprende que los cronistas sostengan que Atahualpa aceptara ser bautizado antes de morir ahorcado. Fue bautizado con el nombre de Francisco.

Cuszqueño o Quiteño

Los cronistas peruanos son contundentes en afirmar que Atahualpa nació en Cusco y coinciden también en el nombre de su madre: Tocto Coca. No obstante, los cronistas ecuatorianos no se poden de acuerdo. Muchos afirman que Atahualpa nació en Cusco y otros que nació en Quito. Sin embargo, todos afirman que fue criado en Cusco y que los diez últimos años antes de la muerte de su padre Huayna Capac lo ayudó en la administración del reino en Quito.

En ese sentido también existe el enigma sobre el lugar donde descansan los restos del último emperador inca: en Cajamarca o Quito.

Y cuando se creía que Cajamarca era el lugar de su descanso eterno, el año pasado la historiadora ecuatoriana Tamara Estupiñán, aseguró haber dado con la llave del enigma que ha rodeado siempre al santuario del último emperador inca.

Segùn ella, esta se ubica en la región de Sigchos, a 70 kilómetros al sur de Quito, cerca del río en el territorio de Machay Malqui. Para esta investigadora de Instituto francés de

Estudios Andinos (IFEA), no hay duda de que en esta zona de difícil acceso, dentro de un montón de piedras, se encuentra la última morada de Atahualpa. «Machay significa gruta, santuario en el que se encuentra el Malqui. El sitio que alberga las ruinas de Machay pertenecen a la región de Malqui, y Malqui significa cuerpo o momia de los ancestros del Inca. Por lo tanto, Malqui Machay significaría el sitio donde está enterrado su cuerpo», explica casi sin aliento la arqueóloga a la agencia AFP.

Por lo pronto, las autoridades españolas parecen aceptar la tesis del descubrimiento del último rey de los incas, puesto que han declarado la zona protegida en previsión de posibles saqueos.

En Cajamarca

Ella lleva más de 30 años defendiendo su descubrimiento: que la tumba de Atahualpa estaría en Cajamarca. Para la antropóloga Natividad Vásquez Pérez los restos del último inca descansarían al lado de varios de sus súbditos en un sepulcro que no habría sido profanado y que aguarda, inalterable, la llegada de arqueólogos. Ella es una convencida de que su hallazgo podría cambiar muchos pasajes de la historia.

“Atahualpa está sepultado en el caserío de Jangalá, en la provincia de San Miguel, donde se ubican las ruinas conocidas como las Ventanillas de Jangalá, que se ha bautizado como Las Tres Huacas Reales del Inca Atahualpa”, ha dicho con énfasis a medios peruanos tras afirmar: “Por mis investigaciones conocí que cuando Atahualpa fue apresado y ofreció el cuarto de oro y los dos de plata fue para distraer a los conquistadores por varios meses mientras instruía a su gente a que tapen con cerros de tierra y arena todas las huacas donde se encontraban tesoros. La verdadera historia peruana recién se está escribiendo, la que nos enseñaron tanto en el colegio como en la universidad y en los libros es la versión española y fue escrita para falsear la realidad, a instancias del rey de España, por su ayudante Agustín de Zárate y el cura Francisco López de Gomada. El inca Gracilaso de la Vega escribió dos versiones, una española, bajo amenazas, y otra verdadera”, afirma.

La importancia de Atahualpa radica en que fue el último inca de un gran imperio que abarcó territorios desde Colombia hasta Chile por el Pacífico, incluidos de Bolivia y Argentina.

Leyenda de las fotos. La pugna entre peruanos y ecuatorianos sobre el lugar de la tumba del último emperador Inca mantiene ocupados tanto a historiadores peruanos como ecuatorianos

2. Algunas versiones sostienen que fue trasladado a Quito (Ecuador), pero esto nunca fue confirmado